domingo, 4 de septiembre de 2011

Miguel Hernández.


Pintada, no vacía: 
pintada está mi casa 
del color de las grandes 
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto 
adonde fue llevada 
con su desierta mesa 
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos 
sobre las almohadas. 
Y en torno de los cuerpos 
elevará la sábana 
su intensa enredadera 
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua 
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

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